Luis de Tavira

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Entre la discreción de las cosas en su estado latente y la indiscreción de la voluntad agazapada en su interés latente, entre ambos, afuera y adentro, alerta y acecho, reside la condición oculta del estímulo que precede al lenguaje.

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El espacio de la ficción es la distancia entre el confín donde late el estímulo y el corazón interior del que se afecta.

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El actor se estimula, reacciona el personaje.

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Sin adentro no hay afuera, por eso el actor se concentra internamente para ser atraído desde el vacío hacia la presencia del afuera: sólo cuando se descubre exiliado del afuera sucumbe a la odisea que se inicia en el primer paso hacia la escena.

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Los estímulos antes de serlo, son cosas, no ideas; en la mente del actor las ideas se convierten Luis de Tavira "El espectáculo invisible"en las cosas en que consiste la realidad ficticia; en el personaje, las cosas suscitan las ideas.